Un equipo puede ser muy bueno con elaboración y poca explosión. Otro puede ser muy bueno con mucha explosión y poca elaboración. Pero no se puede aspirar a nada sin ninguna de las dos. México, en este debut del Mundial Qatar 2022, ante Polonia, careció de todas las facetas ofensivas que ayudan a un cuadro a ganar un partido de fútbol.

Lo peor: a México no le dio la jerarquía en un momento clave en el que podría aprovechar la derrota de Argentina e impulsarse en el grupo. Lo mejor: Martino, que tardó 65 minutos en hacer cambios, puede llegar a tener variantes que impulsen al equipo a otra forma de juego.

Ante Polonia, México fue un equipo monótono. Todos los movimientos se volvieron repetidos, previsibles y fáciles de anticipar. Salvo Chucky Lozano, que no brilló pero sí intentó a partir de desbordes y algún forzamiento en los mano a mano, el Tri no logró cambiar de marcha en ningún momento del partido.

Fue una oportunidad perdida para México. Polonia no amenazó nada, propuso poco y arriesgó menos. Salvo el penal que tapó Ochoa, no corrió riesgos.

El concepto de los tres delanteros tiene sentido si en algún momento los internos logran romper línea y sumarse a la línea de atacantes. Si no, todo queda medio descolgado, sin conexión.

México hizo todo lento porque le faltó juego y dinámica, pero también intención de ser. De los pies de Álvarez salieron pases casi siempre a los costados o atrás, nunca adelante. Henry Martin pesó menos que una pluma y Vega quedó absorbido en su zona.

En ningún momento generó superioridad numérica. En ningún momento puso en aprietos a la Selección europea.

Con el resultado, México pareció quedar medianamente conforme, como si pudiera resolver el problema más adelante. Pero ahora se chocará ante una Selección argentina apremiada y necesitará algo más que orden y prolijidad para llevarse una alegría.